martes, 14 de agosto de 2012

El Maquinista



El director de la no menos fantástica "Session 9" volvía a la carga con su particular visión del cine fantástico con esta obra maestra que nos ocupa, esta vez mejorando el guión de su primer largo con la experiencia de Scott Kosar (La Morada del Miedo).

Trevor Reznik (Christian Bale), operario de una fábrica ferroviaria  de producción en serie, lleva más de un año sin poder dormir. Padece un extraño insomnio que le percute un horrible deterioro físico y mental por culpa de la fatiga a la que su cuerpo y su mente se ven expuestos.Ahogado en su endeble apariencia física, cree que hay un complot contra él para echarlo, especialmente por culpa de un accidente laboral en el que su persona se ve involucrado, perdiendo el brazo izquierdo un compañero. La paranoia y la culpa comienzan a mezclarse, amplificados por el rechazo de la sociedad, convirtiendo su mundo interior en un esperpento de situaciones donde la realidad y la locura comienzan a mezclarse al descubrir la verdad.

Sorprendente film, con una capacidad inhóspita para mantener al espectador pegado al televisor, deseando saber cuál será el siguiente paso entre la cordura y la demencia que dará el protagonista. Una idea que atrapa, que te mantiene en alerta gracias a la empática interpretación de Christian Bale, que adelgazó más de 25 kilos para cuadrar a la perfección con el famélico personaje. Con un peso total de 54 kilogramos, la espeluznante y realista imagen del maquinista congela la sangre. De hecho, no hay ninguna duda de que Trevor Reznik ha sido su mejor interpretación hasta la fecha (independientemente de Batman). Los matices que logra expresar son dignos de premios (fue nominado a los Goya, pero ya se sabe...) y su inestabilidad emocional se ven beneficiados por su delicado físico, realista y horrendamente frágil. Magnífica interpretación del actor galés, que demuestra su sacrificio para encajar perfectamente en el papel que se le encomienda, y un buen momento para comprobar los inicios de lo que hoy en día es un actor icónico. 

 El poder de la imaginación augura malos presagios

El terror psicológico siempre estará de moda. Cuando es tu imaginación la que percibe el miedo que en ningún momento aparece en la película, es la mejor carta de presentación para confirmar que "El Maquinista" sorprende, y de qué manera, al espectador, sometiéndole al mundo de caos y demencia que vive el protagonista de la historia. De cualquier modo, es una película extraña, casi bizarra, donde el endeble aspecto de Bale se queda en la retina para siempre. Su extrema debilidad y realismo choca de frente con cualquier percepción. La historia embriaga, y pese a su relativa lentitud, atrapa, y de qué forma, hasta el esclarecimiento de los hechos.

La fantasmagórica fotografía (obra del grandísimo Xavi Giménez) quita el aliento. Su siniestro toque grisáceo y oscuro otorga a la ambientación de una neblina visual extraordinaria. Los tonos grises hacen del cuadro una pintura negra de Goya, con unos siniestros claro oscuros constantes, donde la luz no deja iluminar la vida del protagonista, enfatizando claramente las tinieblas en las que mora Trevor. Dicha oscuridad parece disiparse con la aparición de María (Aitana Sánchez-Gijón), la camarera que atiende a Reznik cada mañana, y que anima al protagonista a salir de la nube de pensamientos confusos que tiene. Sólido papel el de la madrileña, que consigue hacer natural la empatía hacia un ser que da grima al verle. 

Precisamente cuando María aparece en la historia, la colorista fotografía de los exteriores cambia con respecto a los mencionados tonos grisáceos interiores, en un gran acierto de Brad Anderson, pero por contratar al genial Xavi Giménez, que otorga a la película la distinción de tristeza y alegría según los personajes que salen en ella. Impresionante belleza técnica. 

Esperar al desenlace que enmaraña los 100 minutos de la película se convierte en un desaliento total: enigmas, puzzles, inquietudes, alucinaciones, malas interpretaciones de la realidad, etc. Toda esta lista se ve aumentada por mil cuando los personajes y las historias se entremezclan con la ruinosa mente de Reznik, desatando un caudal de inestabilidad que hace de "El Maquinista" una obra maestra del género. Surrealista y embriagadora. Sencillamente brillante.

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