Impacientes estaban los amantes de los videojuegos por la adaptación de uno de los juegos de terror más conocido y aterrador. Quién mejor que el director francés Christophe Gans (El Pacto de los Lobos) para enmarcarse en la locura del mundo "Silent Hill". Tenemos el placer de decir sin tapujos que esta película es la más fiel adaptación al cine de un videojuego -da igual el genero al que represente- de toda la historia. Te parece que estás guiando a la protagonista (buen papel de la canadiense Radha Mitchell) por las neblinas pulsando varios botones del mando. Perfectamente ejecutada, puede parecer perfectamente otro capítulo más de la saga.
Antes de empezar con la crítica, es inevitable hablar del concepto de "tempo". Y es que un videojuego sigue unos cánones diferentes en todos los aspectos, que nada tienen que ver con los de una película, por obvios motivos de tiempo, duración y ritmo. No es lo mismo estar jugando durante ocho horas para pasarse el juego, que sentarse durante cien minutos a ver una historia plasmada en una pantalla. Partiendo de esta base es donde "Silent Hill" sale especialmente beneficiada (amén de fallos de guión o situaciones grotescas varias) en la comparativa con otras adaptaciones. La combinación es perfecta. Une las características más positivas de ambos géneros, y los fusiona en forma de película sin mandos (extraña definición, lo sé).
Ir del punto A al B para recoger una llave; ahora mata al monstruo final de la habitación C para que te diga como entrar en D, etc. El videojuego está presente en la narración de los acontecimientos, pero tiene todo el espíritu de film noir y oscuro donde (casi) nada desentona con el habitual ritmo del cine. Es decir, que la película versa sobre la pérdida de un ser querido en un pueblo maldito, donde una madre se adentra en su tiniebla como si de una pesadilla se tratara. Queda perfecto. No hay rastro del videojuego en la forma de contar los hechos, sin embargo, la esencia de la saga de Konami está perenne y muy, muy presente.
Por ello precisamente, por su cargada y ornamentada ambientación, los amantes del juego se verán gratamente sorprendidos. Los escenarios parecen sacados de las pantallas del videojuego. La atmósfera que ahoga sigue intacta. Las persecuciones de "cabeza de pirámide" son geniales; y sí, tranquilos, hay una escena con las enfermeras (todo un clásico en todos los juegos) que deja con ganas de más, pero no por breve es menos intensa.
Espectacular es también el apartado artístico de la película. Abrumador sentido del buen hacer respetando al cien por cien los clichés del juego (fidelidad de los monstruos, vehemencia de los decorados con esa tétrica ceniza, y sobrecogedora soledad de la protagonista), y añadiéndoles un plus de calidad, porque el cine da estas cosas. Porque observar una película de estas dimensiones hace que algo bien hecho gane puntos.
Acertada decíamos que era la presencia de Gans detrás de las cámaras, porque como ya hizo en su anterior obra "El Pacto de los Lobos" impregnó a la película de un aire de "videoclip" con movimientos rápidos y planos cortos muy sugerentes, y que, salvando las distancias, hace un ejercicio muy interesante también en los ángulos cerrados de "Silent Hill" (especialmente brillante es la secuencia de los bebés al principio, que hiela la sangre). El director francés tenía difícil papeleta después de los relativos fracasos de otras adaptaciones del mundo gamer, como pueden ser "Resident Evil" o "Tomb Raider", entre otros tantos. Sin embargo, la solvencia al dirigir ha quedado más que patente. Todos y cada uno de los tramo secuencia que ejecuta están a gran altura, dejando ver sólo lo que se tiene que ver, respetando al máximo el cliché número uno del cine de terror: sugerir, pero no mostrar.
Mención aparte, sin duda, y siendo redundante son los monstruos que aparecen en la película, con guiños tanto al primer "Silent Hill" como al segundo (chocantes sobre todo la escena de las enfermeras y el guardián de la llave). Todas ellas perfectamente enlazadas con la historia, en un apartado lineal fantásticamente provocado. La película es morbosa, y vaya si lo es. Aunque el último cuarto de la misma haga caer un poco en el desánimo y la decepción (por ser demasiado largo el desenlace), el film da lo que quiere el fan, y si no se es fan, también suaviza el brusco nudo en la garganta que se queda cuando...
Mejor la véis, y luego juzgáis. Porque la complejidad de la saga de Konami ha sido siempre comentada por los gamers en todos sus episodios, ponerla en manos de un guión sólido y sin fisuras era harto complicado. Se esperaban errores, se entienden los mismos, y hasta deben estar, porque eso significa que el valor del videojuego queda intacto. Si el juego tiene un desenlace complejo, con puzzles difíciles y malos muy malos, la película da exactamente el mismo juego, y los mismos giros que delatan a la saga, en su esencia, en lo bueno y en lo menos bueno.
Es cierto que podría haberse terminado de una manera más sencilla, y es verdad que algunas partes del texto quedan rarísimas pronunciadas por los actores ("Mamá, mírame, me estoy quemando"), pero es que el videojuego también tenía esas partes enfermizas y esas secuencias cinemáticas donde el estómago pega un vuelco. Retratar todos estos baremos en una sola cinta se antojaba complicado, y vaya si lo ha sido, pero Gans ha conseguido (insisto) crear un videojuego dentro de una película. Observar a "Pirámide" cada cierto tiempo como cuando suena la campana (qué no suene más, es lo que se desea durante el visionado) hace que los ojos no se separen de la pantalla aunque haya sangre por todas partes (el director nos demostró en su anterior obra que no se cortaría con el líquido rojo)
En definitiva, perfecta adaptación de una obra muy conocida en el mundo de los videojuegos, y que está tremendamente conseguida. Lástima que no pueda tildarse de perfecta por algunos extraños diálogos que tienen muy poco sentido o que están mal escritos, y una pena también que ese final se alargue tanto haciendo decaer el vertiginoso ritmo del resto del metraje. Buen sabor de boca y a esperar la segunda parte.
P.D.: Si no he dicho nada de la banda sonora, es porque no es necesario. Simplemente fue creada por un genio, por tanto poco hay que decir de ella. Sencillamente maravillosa y acertada. Tétrica y agonizante. Eres un genio Akira Yamaoka.
Antes de empezar con la crítica, es inevitable hablar del concepto de "tempo". Y es que un videojuego sigue unos cánones diferentes en todos los aspectos, que nada tienen que ver con los de una película, por obvios motivos de tiempo, duración y ritmo. No es lo mismo estar jugando durante ocho horas para pasarse el juego, que sentarse durante cien minutos a ver una historia plasmada en una pantalla. Partiendo de esta base es donde "Silent Hill" sale especialmente beneficiada (amén de fallos de guión o situaciones grotescas varias) en la comparativa con otras adaptaciones. La combinación es perfecta. Une las características más positivas de ambos géneros, y los fusiona en forma de película sin mandos (extraña definición, lo sé).
Ir del punto A al B para recoger una llave; ahora mata al monstruo final de la habitación C para que te diga como entrar en D, etc. El videojuego está presente en la narración de los acontecimientos, pero tiene todo el espíritu de film noir y oscuro donde (casi) nada desentona con el habitual ritmo del cine. Es decir, que la película versa sobre la pérdida de un ser querido en un pueblo maldito, donde una madre se adentra en su tiniebla como si de una pesadilla se tratara. Queda perfecto. No hay rastro del videojuego en la forma de contar los hechos, sin embargo, la esencia de la saga de Konami está perenne y muy, muy presente.
Por ello precisamente, por su cargada y ornamentada ambientación, los amantes del juego se verán gratamente sorprendidos. Los escenarios parecen sacados de las pantallas del videojuego. La atmósfera que ahoga sigue intacta. Las persecuciones de "cabeza de pirámide" son geniales; y sí, tranquilos, hay una escena con las enfermeras (todo un clásico en todos los juegos) que deja con ganas de más, pero no por breve es menos intensa.
Las fantasmales enfermeras, un icono de la saga, no podían faltar
Espectacular es también el apartado artístico de la película. Abrumador sentido del buen hacer respetando al cien por cien los clichés del juego (fidelidad de los monstruos, vehemencia de los decorados con esa tétrica ceniza, y sobrecogedora soledad de la protagonista), y añadiéndoles un plus de calidad, porque el cine da estas cosas. Porque observar una película de estas dimensiones hace que algo bien hecho gane puntos.
Acertada decíamos que era la presencia de Gans detrás de las cámaras, porque como ya hizo en su anterior obra "El Pacto de los Lobos" impregnó a la película de un aire de "videoclip" con movimientos rápidos y planos cortos muy sugerentes, y que, salvando las distancias, hace un ejercicio muy interesante también en los ángulos cerrados de "Silent Hill" (especialmente brillante es la secuencia de los bebés al principio, que hiela la sangre). El director francés tenía difícil papeleta después de los relativos fracasos de otras adaptaciones del mundo gamer, como pueden ser "Resident Evil" o "Tomb Raider", entre otros tantos. Sin embargo, la solvencia al dirigir ha quedado más que patente. Todos y cada uno de los tramo secuencia que ejecuta están a gran altura, dejando ver sólo lo que se tiene que ver, respetando al máximo el cliché número uno del cine de terror: sugerir, pero no mostrar.
Mención aparte, sin duda, y siendo redundante son los monstruos que aparecen en la película, con guiños tanto al primer "Silent Hill" como al segundo (chocantes sobre todo la escena de las enfermeras y el guardián de la llave). Todas ellas perfectamente enlazadas con la historia, en un apartado lineal fantásticamente provocado. La película es morbosa, y vaya si lo es. Aunque el último cuarto de la misma haga caer un poco en el desánimo y la decepción (por ser demasiado largo el desenlace), el film da lo que quiere el fan, y si no se es fan, también suaviza el brusco nudo en la garganta que se queda cuando...
Mejor la véis, y luego juzgáis. Porque la complejidad de la saga de Konami ha sido siempre comentada por los gamers en todos sus episodios, ponerla en manos de un guión sólido y sin fisuras era harto complicado. Se esperaban errores, se entienden los mismos, y hasta deben estar, porque eso significa que el valor del videojuego queda intacto. Si el juego tiene un desenlace complejo, con puzzles difíciles y malos muy malos, la película da exactamente el mismo juego, y los mismos giros que delatan a la saga, en su esencia, en lo bueno y en lo menos bueno.
Es cierto que podría haberse terminado de una manera más sencilla, y es verdad que algunas partes del texto quedan rarísimas pronunciadas por los actores ("Mamá, mírame, me estoy quemando"), pero es que el videojuego también tenía esas partes enfermizas y esas secuencias cinemáticas donde el estómago pega un vuelco. Retratar todos estos baremos en una sola cinta se antojaba complicado, y vaya si lo ha sido, pero Gans ha conseguido (insisto) crear un videojuego dentro de una película. Observar a "Pirámide" cada cierto tiempo como cuando suena la campana (qué no suene más, es lo que se desea durante el visionado) hace que los ojos no se separen de la pantalla aunque haya sangre por todas partes (el director nos demostró en su anterior obra que no se cortaría con el líquido rojo)
En definitiva, perfecta adaptación de una obra muy conocida en el mundo de los videojuegos, y que está tremendamente conseguida. Lástima que no pueda tildarse de perfecta por algunos extraños diálogos que tienen muy poco sentido o que están mal escritos, y una pena también que ese final se alargue tanto haciendo decaer el vertiginoso ritmo del resto del metraje. Buen sabor de boca y a esperar la segunda parte.
P.D.: Si no he dicho nada de la banda sonora, es porque no es necesario. Simplemente fue creada por un genio, por tanto poco hay que decir de ella. Sencillamente maravillosa y acertada. Tétrica y agonizante. Eres un genio Akira Yamaoka.
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