domingo, 6 de enero de 2013

28 Semanas Después


¡Por fin! Por fin encontré el tiempo necesario para escribir sobre esta maravilla de film. En un día como el de hoy (de Reyes según dicen), os doy la crítica de lo que para mi es la reina de las películas de terror. Todo en su conjunto es un acierto. No sobra ni un segundo del metraje, todo lo contrario, quizá le falte.

Secuela de la no menos brillante (aunque ligeramente inferior) "28 días después" donde Juan Carlos Fresnadillo, director canario que el año pasado estrenó una elegante y clásica "Intruders", suple tras la cámara a Danny Boyle. Alentado por la crítica internacional, los trabajos del director londinense no me terminan de llenar del todo. En "28 días después" consiguió dar un giro a su artística forma de crear cine, y esta vez sí, tengo que admitir que ese toque tan británico adecentó la intensidad y la pausa de la primera parte.

Comparativa. Dada la obviedad de que Danny Boyle estuvo involucrado en el proyecto de la secuela que comentamos, el cerebro humano tiende a comparar productos que, por parecidos, no tienen nada que ver el uno con el otro más allá del hilo conductor que los une: una historia brutal de valores humanos perdidos. 

Lejos de zombies, monstruos y locura, está la perdición del ser humano como persona. La cinta tiene momentos memorables que la han convertido en un clásico del género de terror. Sin duda para mi, la mejor película de terror echa hasta la fecha (lo siento "El Exorcista", algún día llegaría ese momento), y no es poco decir. Un anhelo de humanidad que deambula por el metraje hasta hacer al espectador claudicar, y terminar confesando que somos aún animales. Somos seres que buscan su egoísta beneficio sin mirar atrás. Perfecto ejemplo de estas palabras es el arrollador e impresionante comienzo del film. Visualmente impactante, verdaderamente memorable. Ya mencionado en este blog, Don (Robert Carlyle, "Full Monty") ejecuta la acción primaria del instinto humano: sobrevivir. Con muchas ganas de contar qué sucede, y sin poder hacerlo para que lo veáis vosotros mismos, los ocho primeros minutos de la cinta dejan helada la sangre del más valiente. Un bombazo de secuencia. De lo mejor para quitar el hipo, sin duda.

¿Os suena esta imagen? 
Mejor que no echéis un vistazo al resto del blog si no habéis visto la peli aún

Clichés rotos. Precisamente Robert Carlyle, de sobra conocido por su papel protagonista en "Full Monty", rompe las barreras de la interpretación. Se acabó poner su cara al striptease y al humor que rodeó su consagración como artista internacional. En este rol de padre sufridor, Robert otorga al espectador la empatía-o la rabia- necesaria para seguir sus pasos hasta el por qué de su -mezquina- reacción. En otras palabras, el actor británico porta sobre sus hombros la gran mayoría de responsabilidad visual en la película. Un juicio de valor imparable que le losa durante TODO el metraje. Es una especie de análisis que le señala durante los cien minutos de duración, y donde por supuesto, sale fortalecido de su extrema actuación.

La antesala al inicio de la demencia no se hace tanto de esperar, como sí sucede en la primera parte. Aquí el director canario se remanga desde el principio, poniendo los pies en el barro desde el minuto uno. Se agradece. Sin duda que se agradece. La tensión acumulada durante ciertas escenas no se calma con los típicos interludios más blanditos, básicamente porque no existen tales. El dinamismo que Fresnadillo otorga a las escenas ejerce una presión en el espectador que va en considerable aumento con la carga visual. ¿Sangre? ¿Efectos especiales? A todo sí, pero de forma justa. La violencia forma parte del ser humano, y como tal, debe aparecer en un mundo post-apocalíptico donde muertos veloces se levantan por culpa de un virus y moran a su libre antojo por un vacío Londres (atención a las tomas de la ciudad vacía. Impresionantes). Por lo tanto, no podemos decir que es una película para estómagos sensibles, pues no lo es, pero ciertamente, se puede ver con una bolsa al lado, por lo que pueda pasar...

La desdicha de los iracundos infectados es morar sin rumbo

Hay varias opiniones negativas que he leído en otros sitios sobre el flojo guión y la mala elección de actores, dando un sobresalente, casi único, al apartado técnico. Os animo a que seáis vosotros los que decidáis, porque no hay mejor manera de entender las opiniones que entrecruzarlas con las de uno mismo. De igual modo, seguro que todo es digno de mejora, ya que no existe la película perfecta. Incluso en nuestras favoritas, nosotros, como espectadores ajenos, hubiéramos cambiado "esto" por "aquello", pero lamentablemente no podríamos hacer una película todos juntos, así que esto es lo que queda. Intentemos disfrutarla.

Apartados técnicos y visuales aparte -a mayor presupuesto, mejores medios-, la colorida fotogafía y los rápidos y sofocantes movimientos de cámara (guiño a la primera parte) hacen de "28 semanas después" una película top. Una horda de sensaciones extremas donde la condición humana se pone en duda. Unas situaciones donde el velo de esperanza para encontrar una cura se desliza sobre la pantalla. La puerta queda abierta para una tercera secuela, es posible, pero la crítica social ya está hecha desde esta segunda parte. La  sustancia de la posible cura secunda los dotes dramáticos a la última -y brutalmente violenta- parte del metraje, donde el desenlace comienza con el intento de reconstrucción tras el oásis de cordura al que el mundo se ve envuelto. 


En definitiva, estamos ante un derroche visual y violento de choque. Una dósis de autoconciencia ante el mundo que quién sabe cuando, nos tocará vivir. Un mundo donde las personas abandonan ese estatus y se convierten en meros supervivientes dentro de la espiral de caos perenne que asola el cosmos. La concepción de humanidad y la moralidad de nuestros seres afines queda en entredicho en sólo cien minutos. Las migajas que sembramos son recogidas individualmente. Nadie más es gobernante de su vida. Ahora serás tú el que gobierne la tuya. Si quieres vivir, corre...