jueves, 6 de septiembre de 2012

El Laberinto del Fauno (The Pan's Labyrinth)



Una obra de arte. Sólo se puede empezar esta reseña con esa introducción. Apoteósico alarde de imaginación y fuerza visual la del director mexicano Guillermo del Toro. Es una oda al sentimiento, un choque de imágenes que no permiten desviar las miradas de la pantalla. Una mezcla de paralelismo con la esfera onírica de un mundo imaginario y la cruel realidad de un drama cívico dantesco, como es el horror de la guerra civil española.

Ambientada precisamente en aquel periodo, del Toro consigue brillantemente la unión de ambos mundos en una película de difícil clasificación pero de obligado visionado. Durante las dos horas de duración el cerebro no para de buscar el por qué de dicha unión de géneros. No obstante, la atmósfera y el perfecto ritmo del film hacen que no nos importa absolutamente nada más que lo que nuestros ojos proyectan. Y es que "El Laberinto del Fauno", es hoy día, la mejor película de género fantástico española (varios pasos más arriba de lo que fueron "Los Otros" o "Tésis").

Bajo la cálida melodía de Javier Navarrete (gran banda sonora la suya), unos coches de época comienzan a esparcir polvo por una carretera secundaria cualquiera. En el interior de uno de ellos viaja el despiadado capitán de las tropas franquistas, Vidal (Sergi López), mandado a esos pueblos para revertir las revueltas de los rebeldes. El estado de gestación de su esposa, la bella Carmen (Ariadna Gil), hace que paren a descansar por su indisposición. Entre tanto, la pequeña hija de Carmen, Ofelia (Ivana Baquero) baja a su vez del coche y camina sin sentido por el lugar, encontrando a un extraño insecto que le persigue hasta la casa del pueblo al que se dirigen. Con el poco afecto que Vidal siente por Ofelia, la niña se marcha a dormir, pero al tiempo es despertada por el mismo insecto alado que encontró en el campo, que por señas hace que le sigan hasta las ruinas de un viejo laberinto, donde una extraña criatura, conocida como el Fauno (Doug Jones) le hace una revelación que no espera: Ofelia es en realidad una princesa, y para poder regresar a su pueblo deberá pasar tres pruebas muy peligrosas, con la ayuda del Fauno.

Bajo este simple engranaje, el argumento es llevado al extremo, tanto por la calidad interpretativa del elenco de actores; como por la maravillosa puesta en escena de la historia, y el grandilocuente hilo conductor que va fusionando el mundo real con el mundo fantástico. Premiada con infinidad de premios (a destacar: 3 Oscars al mejor maquillaje, dirección artística y mejor fotografía -este último gracias al inmenso trabajo de Guillermo Navarro- y 7 premios Goya: actriz revelación (Ivana Baquero) y mejor guión original, entre otros) la historia envuelve por su crudeza y buen hacer. 

Ya no sólo impacta por la calidad cuidada de maquillaje y escenarios, que son sencillamente brillantes, también lo hace por la triste y cruel historia de entreguerras, que nos mantiene totalmente cautivos a lo que sucede. El mecanismo de la película es claro y conciso, se trata de unir en poco menos de dos horas, una historia que debe ser creíble y debe entretener a partes iguales. Conseguido al cien por cien. El film no decae ni un sólo segundo, tiene un par de escenas dignas de elogio, que se quedan en la retina para siempre ("querido" Sergi López...). Impactantes secuencias impregnan la verdad de la guerra (tan criticada esta idea en el cine español, tachado siempre de usar la guerra como núcleo central de historias) con un elegante trasfondo fantástico donde la imaginación comienza a ganar la batalla a la realidad.

Cuando la mirada de un niño lo dice, ¿será verdad...?

La inagotable imaginación del director mexicano no va a descubrirse con esta película, pues larga es la lista de personajes creados por su mente, y amplia es la variedad de los mismos. Lo que ocurre con esta cinta es que el propio del Toro tiene una fascinación con la guerra civil española, y quizá este hecho le alumbró más tempestivamente que con otras de sus obras. De lo que está claro es de que esta ha sido y puede que sea su mejor película por siempre. Su actor fetiche, Doug Jones (versátil donde los haya) se adentra en la piel del Fauno, un ser mitológico con torso humano y piernas de carnero, que seduce a la niña con la variopinta y maravillosa historia de princesas que sustenta más de la mitad de la película, y que por momentos nos recuerda a lo no menos preciosista "La Historia Interminable", donde la aventura se abría camino entre el drama con un héroe bien definido, Bástian. Aquí no hay héroes, hay llanto y guerra, hay metralla y sangre, hay maldad y ensañamiento. Esa crudeza y oscuridad que cualquier guerra representa, está perfectamente retratada en la película, y especialmente durante la parte central de la misma, gana a pulso al espectador, que disfruta observando los acontecimientos sin más miramientos que lo que pasaría en esos tiempos de guerra. Como decíamos, alarde de profesionalismo en los maquillajes y la calidad de los seres creados por del Toro. Aplauso general para Doug Jones, que también interpreta a un fantasmagórico monstruo, cuya escena es sin duda la más angustiosa de todo el metraje. Perfectos no obstante el resto de las conseguidas criaturas.

Extraordinaria elección de los actores por parte del director mexicano. Especial mención para Sergi López e Ivana Baquero, que rodeados de secundarios de lujo como Maribel Verdú o Ivan Massagué hacen de las dotes interpretativas de los actores un "laberinto" de sensaciones y empatía dignas de ser vistas mil veces. El malvado Capitán Vidal es, por la importancia del papel, el que mejor mantiene la ira del espectador. El excelente actor catalán consigue que verdaderamente el odio se apodere de nuestras mentes, y su desgarrador papel se cuele entre los grandes del cine fantástico español. Qué decir de la pequeña Ivana, cuyo rostro irradia esa inocencia e ignorancia que los niños tienen ante cualquier suceso, aunque sea una guerra, sin importar la crueldad del mismo. Ayudados por el vestuario de época, muy cuidado y conseguido, los actores flotan en las tablas de una obra maestra. No hay miedo a decirlo, es sencillamente una película maravillosa, que escapa a géneros o modas, huye de comparativas y retrata simplemente la imaginación de un director que estuvo especialmente inspirado para dar al séptimo arte esta joya pulida por un diamante.

Una película verdaderamente mítica y eterna, cuyo visionado es de carácter obligado, ya no sólo por su gran trabajo visual e interpretativo, si no por el gusto por el buen cine. Una historia que atrapa y te hace querer más. Un final impactante (no importa que pueda verse venir, importa el cómo llega) y un interludio sensacional dan por finalizado el mejor trabajo que la fantasía española vaya a tener jamás... 

P.D.: Si añadimos que las localizaciones fueron grabadas en mis queridas tierras segovianas de San Rafael, el dilema se solventa con una sola mirada: Verla.

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