viernes, 17 de agosto de 2012

La Dama Número Trece




De vuelta con las sectas, que tanto jugo han sacado en el género de terror, nos llega la novela de un autor madrileño muy interesante, José Carlos Somoza, que por su manera ágil y contundente de narrar, nos crea una ambientación cargada de detalles narrativos, donde el lector se ve involucrado de manera permanente. A veces, da la sensación de estar "leyendo" una película, debido a las impactantes secuencias y situaciones a las que el grupo protagonista se ve envuelto, creando "literatura visual".

Salomón Rulfo, escritor en paro y gran amante de la poesía, se despierta un día después de haber sufrido una terrible pesadilla, cuyo realismo y detalle le sobrepasan. Obsesionado con tal sueño, comienza a investigar junto con el doctor Ballesteros los puntos más recónditos de los sueños y el ser humano, en un intento desesperado por saber de los mismos. Al tiempo, Rulfo consigue que Ballesteros se adentre en la sombra que su paciente ha creado, y ambos se sienten como niños en la búsqueda del saber. Sin embargo, una coincidencia hará que Rulfo comience a ser protagonista de la propia pesadilla recurrente que tenía, poniendo su vida y la de los que le rodean en peligro.

Novela de terror donde se describe con preciso detalle la secta de trece brujas, que desde lo oculto dominan la existencia del ser humano. Se divierten viéndoles llorar, les hacen sufrir y compiten por saber cuál es más cruel contra los mismos. El autor, inteligente y originalmente, utiliza los llamados "versos de poder", que se basan en conjuros lanzados por las brujas recitando partes de poemas de autores famosos de la literatura universal (Petrarca, Dante, Lorca, etc.). Este alarde de imaginación nunca ha sido visto en la literatura española, y menos en la de género, pero es cierto, que gracias a la gran documentación (no excesiva) del autor, se conocen versos muy interesantes de este gran mundo literario que hemos tenido, y que abarca desde el inicio de la escritura, hasta autores contemporáneos del siglo XX. 

Las mencionadas damas de la literatura como decía son trece, y todas ellas son representadas por una pequeña figura de cera (las imagos), que son el elemento de anulación y activación de sus poderes. Son cuerpos etéreos que pueden transformarse en cualquier forma física, adaptándose así a la inmortalidad que sus cargos poseen. De hecho, una de las partes más interesantes de la novela es la búsqueda de más poder, las envidias (que existen incluso en esas altas esferas de poder) y la traición. Esta última acepción es el engranaje principal de la obra, cuando el derrocamiento de la dama número trece se presenta ante nosotros, se desata la tempestad de movimientos en el resto de damas, ansiadas de ir ocupando escalafones de mayor rango dentro de la secta. 

Pese al número elevado de páginas (456 concretamente) la novela se lee a una velocidad endiablada. El ritmo narrativo es veloz, y sin embargo conciso y ágil, no exento de detalle, pero no abrumador en la descripción de los hechos. La fluidez, por tanto, es el emblema de José Carlos Somoza, que atrae al lector al mundo onírico de sus composiciones fantasmagóricas en todas sus obras, donde la intriga y el terror son mezclados ágilmente por el autor. 

Escalofriantes y perfectamente narradas son las apariciones de las damas durante la lectura. Imágenes latentes que de tan bien ejecutadas parece que estás viéndolas frente a ti, como en una película. Es curioso como un libro puede sugerir tantos elementos cinematográficos cuando lees la escena en cuestión. Para mi, fue como "ver en una televisión las lineas de un libro". Como decía, terroríficas y crueles apariciones de las brujas, que una por una van teniendo su minuto de gloria en la narración, ofreciendo secuencias que dan verdadero pavor. Los amantes de este género disfrutarán con la forma macabra de manifestación que tienen, y gracias a la originalidad de la trama, dichas apariciones se verán reforzadas por el uso de algo tan -a priori- falto de poder como es la literatura. La atmósfera tan bien cuidada y recitada, es otro de los puntos fuertes de la novela, que por cierto, narra un mundo personal totalmente mágico e inventado, sin un sólo recurso manido. El lector se verá rodeado de la maldad más absoluta y cobarde, la de unas damas que controlan el mundo desde la distancia con la bendición de la ignorancia humana. 

No obstante, no es oro todo lo que reluce. Lamentablemente, el autor, aún con su destreza narrativa, no puede evitar perderse en el avance de acontecimientos, a veces atropellados, a veces faltos de explicación alguna (en ningún momento sabemos de donde vienen las damas o por qué se crearon), aunque es cierto que en el género que nos ocupa, lo importante es la intriga y la historia, que bien contada, hace que no pese tanto durante la lectura. Debido al alto ritmo de narración que comentábamos antes, la lectura literalmente se bebe, y el hilo conductor llega a buen puerto gracias a esa agilidad. Pero es de justicia hablar del doble rasero de esta última característica, al quedar algunas preguntas en el aire por culpa de esa intensidad narrativa.

Sin apenas descripciones, la acción avasalla a veces demasiado, no hay momento de soslayo o descanso. Todo lo que se cuenta va a mil revoluciones, y eso a veces es bueno, por mantener el ritmo narrativo, a veces no tanto, por perderse en la marabunta de complejidades que propone el autor. 

Inicio y final son un tanto confusos si no se hace un esfuerzo, aunque la calidad final del producto es perfecta, si no se lee con bastante concentración, nos será obligada una segunda lectura para entender el maquiavélico plan que teje el autor. En todo caso, el libro muestra una calidad e imaginación elevadísima, y su lectura proporciona momentos de auténtico terror gracias a la soltura de las palabras. Los inesperados y necesarios giros argumentales del género y los clichés del mismo son extremadamente crueles y a la par originales, sin abusar de estereotipos vistos mil veces en las novelas de terror. El aire detectivesco de la búsqueda de información de los personajes está muy bien llevada, y por supuesto, da otra percepción de la historia, vista desde la argumentación y la investigación.

En resumen, efectiva e inteligente obra del autor madrileño, que aboga por la construcción de un mundo interior fantástico, que se sustenta casi en su totalidad por la agilidad de la narración. Sin demasiadas incoherencias, aunque un tanto confusa a veces, La Dama Número Trece se convierte en una elegante y original obra, cuyos pequeños fallos se ven tapados por la excelente picardía del autor, que esconde sus defectos bombardeando la narración con sus virtudes (gran capacidad imaginativa, velocidad y concisa narración, y creador de verdaderas escenas memorables de terror con la presencia de las damas y sus hechizos). Una sorpresa y un agradable (y necesario) soplo de aire fresco en la novela de género.

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