miércoles, 29 de agosto de 2012

Heat (Calor)



Cuántas veces habremos comprobado por nuestros propios medios que la vida de unos gemelos siempre lleva un misterio intrínseco en su existencia. O sería mejor decir coexistencia, pues lo que le pasa a uno es correspondido por el otro, quedando un enigma flotando entre dicha asociación. Rara vez se ven a dos gemelos separados, suelen llevar la misma ropa de niños, van juntos a clase y vuelven a casa para comer en las mismas condiciones. Pero, ¿si uno cae, el otro sufre?, ¿si a uno le deja la novia, el otro llora?.

Preguntas así, básicas y cotidianas, han pasado por nuestras cabezas de mil maneras diferentes. No obstante, todas están versadas en la curiosidad. Un hecho que acontece sin que lo elijamos. Una serie de acontecimientos que vienen dados y quizá no se puedan cambiar. 

Bendita ignorancia, debió pensar la grandísima escritora norteamericana Joyce Carol Oates, que nos pone los pelos de punta con un relato intenso basado precisamente en la vida de dos niñas gemelas de once años, Rhea y Rhoda, que durante un verano caluroso prosiguen con sus vidas sin mayor novedad que su propia desunión en un momento dado del relato.

Sofocante obra de Oates, que crea un complejo sistema narrativo (basado en partes asociadas pero diferenciadas) donde la musicalidad lleva la nota discordante. En otras palabras, como si de un piano se tratara, la acción transcurre pulsando la tecla correcta en cada movimiento, soltando con cuenta gotas lo que sucede, para que el lector sea el que arma todas las piezas, creando él mismo la escala musical establecida.
Son como fragmentos que no tienen sentido separados, pero que al unirlos, narran a la perfección lo que les ocurrió a las gemelas Kunkel. Su división se separa (como las gemelas...) en cuatro "movimientos" y en un desenlace, donde magistralmente Oates "levanta" los dedos del piano para preparar al lector a lo que está por llegar, a lo que no se puede describir, a lo que falta de la narración, que es precisamente el momento más trágico y tendencioso de la narración: el momento en el que lo da verdadero terror es lo que no se cuenta, el momento en el que nuestra imaginación se adentra en las fotografías que no se revelan, el estridente ocaso de poder que queda cuando las cosas no se narran, se esperan...

La poderosa estructura carga con el peso de todo el relato, que por intensidad se lee en breves minutos, pero por interés perdura durante días. Las células o movimientos principales del primer acto son el calor, la muerte y la sequedad del terreno. Repitiendo todos ellos de manera contundente, el lector es agasajado con la existencia de las gemelas antes de su muerte, analizando sus viajes en bicicleta por el caluroso pueblo, donde las carreteras desérticas hacen sudar a un cubo de hielo. En el siguiente tema recurrente, la muerte, la narración, avanzando en líneas espacio-temporales imperceptibles, nos lleva directamente al funeral de las gemelas Kinkel, donde el calor y la muerte vuelven a ser pronunciadas varias veces para orientar al lector a lo que sucedió, lo que sucede, y lo que habrá sucedido en las siguientes imágenes.

En el segundo movimiento, los temas recurrentes son las unión de las gemelas y la aparición indirecta y paralela a la existencia de las gemelas de Roger Whipple, que sin mencionar da más miedo que descrito: Una descripción de la maestra, sugiriendo que tiene problemas mentales, pero que es muy fuerte, de grandes manos y pies, y una cálida voz...

De nuevo, se aprecia el horror que luego padecerían las gemelas con la falta de narración de lo que sucedió, que es lo que otorga ese plus de originalidad en la manera de tratar lo que no se ve, lo que se sabe, pero no se ha contado. Ese momento donde el lector puede imaginar lo que le sucedió a las Kinkel sin haber leído ni un párrafo del asesinato, ni de la violación. Especialmente estridente es la descripción de pavor de Rhea, viendo la bici de su hermana tirada en el polvoriento suelo, con las ruedas aún en movimiento, donde por vez primera no están juntas. Rhea prevé que algo va mal. Si no están juntas (desunión), algo irá mal. 

En el tercer movimiento, cerca del final del relato, nos adentramos en la familia Kunkel y en la familia Whipple. Detalles que nos ayudan a prever lo que ocurrirá después, lo que no se ha contado, pero por la manera de ser de las familias coloca al lector a un paso del precipicio. Interesante sin duda la descripción de la familia Whipple, donde la madre ignora totalmente los problemas psicológicos de su hijo, dando importancia angosta a su perfil psicópata evidente.

En el cuarto movimiento, el más lineal de todos, el propio asesinato ocurre. Se explican de manera menos unitaria los eventos que acontecen desde la visita (y separación de las dos gemelas) a la casa de la abuela hasta el trayecto en bici hacia la casa de hielo (llamada así en contrapunto con el calor, como en una llamada de atención al peligro de lo opuesto). Sin un sólo detalle, llegamos a un evidente final, pero no por ello menos llamativo en su esencia. Sabemos que Rhoda ha subido con Roger, pero no sabemos qué le sucede (lo imaginamos), después sabemos que el calor invade a Rhea por dentro, preocupación y nerviosismo que le llevan a subir las escalera también y encontrarse con la desagradable escena (pero seguimos sin conocer detalle alguno).

Finalmente, llegamos al clímax de la historia, el momento de hablar de lo que no se puede hablar, de lo inexplicable aunque perceptible: Oates susurra al oído del lector lo que es horrible de ser escuchado. La verdad es demasiado horrible para ser contada, por ello Oates "levanta" las manos del piano, para que lo que no se puede contar sea llenado con imágenes por nuestra imaginación. Porque lo horrible no puede ser descrito, la sangre no puede mostrarse aunque se perciba, aunque se note. Sin embargo, el lector puede pensar, ¿cómo puede cometerse un acto tan terrible sin detalle?. Ahí reside la magia de "Heat", en lo que no se puede contar. Como la propia escritora avanza en el inicio: "lo que uno ya sabe". Y es que es cierto, sería anti-climático poner una mano sobre el piano cuando es obvio lo que ha pasado. Nada hay más terrible que imaginar algo sin detalles, donde la imaginación del lector dibuja el nivel de terror que necesita. La realidad es seca, el calor se percibe y la sequedad se respira...

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